Karl May escribió en 1893, Orangen und Datteln que constaba de 4
novelas
1. La hija del jeque.
2. El verdugo de Túnez.
3. Camino de la Meca.
4. Ladrones del desierto
Cap1 Aún no eran las nueve de la mañana y los ardientes rayos del sol
africano abrasaban ya el valle extendido ante nosotros. Por suerte íbamos
ambos bien equipados para resistir el calor. Nos resguardamos bajo las
ramas, levemente mecidas por una suave brisa del Norte, de un gigantesco
lentisco cuyas raíces llegaban hasta las frescas aguas del cercano arroyo.
Veníamos de la provincia de Constantina y el día anterior habíamos
atravesado la frontera tunecina entre Yebel Drima y Yebel el Maalega y nos
habíamos dirigido en línea diagonal hacia el Uadi Melis.
La noche anterior habíamos acampado entre las altas cimas del Yebel
Gwibub, bajo las higueras y los granados, y por la mañana, después de
caminar hacia Oriente, nos permitimos un breve descanso.
Nos proponíamos llegar antes de la noche a Seaia y para conseguirlo
debíamos atravesar el Uadi Mellel, que se presentaba ante nosotros con
todos sus cipreses, algarrobos y bosquecillos de almendros.
—¿Qué distancia nos separa todavía de Kef? —pregunté a mi criado.
—Según la medida de los francos puede calcularse en unos veinticinco
kilómetros, sidi —contestó.
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