UN libro en que se demuestra con la mayor evidencia que la revelación contenida en los Evangelios nos viene del mismo Dios, no puede menos de ser bien recibido por el público español. En todos los escritos, publicados en diferentes idiomas para con firmar esta verdad, se leen substancialmente las mismas objeciones y las mismas pruebas: de modo que la mayor energía con que se presentan, la mejor disposición que se les da, y la mayor oportunidad con que se aplican son los que deciden del mérito de los autores, y hacen más o menos agradable la materia. Ha sido en esto tan feliz el Ab. Du-Voisin en su Demostración del Evangelio; que entre todas las obras de esta especie merece ésta el aprecio que de ella han hecho los sabios. Es también por su concisión la más a propósito para esparcirse por todas partes, por su claridad la más proporcionada a la inteligencia de toda clase de personas, y propia por su excelente método para agradar a los sabios acostumbrados a discurrir con cierto orden y exactitud.