CABRILLOS DE LA BLANCA
Manuel, ágil y fuerte, montó de un salto sobre el impaciente Chiquito y
volviéndose a una joven bellísima que corría a despedirle, le dijo:
—Te dejo sola en casa por poco tiempo, Manolita. Voy a dar un paseo y
estaré de vuelta a la hora de la comida.
—No tardes, Manuel, te lo ruego — dijo la joven, contemplando a su
hermano con cariñosa admiración.
—Te pido no me hagas demasiado vicioso con tus platos escogidos—
dijo el joven—. Eres una cocinera excelente, pero yo me contento con una
comida frugal. Tus platos excesivamente refinados, no me agradan.
Manuel de las Barrancas
$3.990
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