LA CONJURACIÓN DE CATILINA
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Justa cosa es que los hombres, que desean aventajarse a los demás
vivientes, procuren con el mayor empeño no pasar la vida en silencio como
las bestias, a quienes la naturaleza crió inclinadas a la tierra y siervas de su
vientre. Nuestro vigor y facultades consisten todas en el ánimo y el cuerpo:
de éste usamos más para el servicio, de aquél nos valemos para el mando;
en lo uno somos iguales a los dioses, en lo otro a los brutos. Por esto me
parece más acertado solicitar gloria por medio del ingenio que de las
fuerzas corporales, y puesto que la vida que vivimos es tan breve, eternizar
cuanto sea posible nuestro nombre, porque la gloria que producen las
riquezas y hermosura, es frágil y caduca; la virtud, ilustre y duradera. No
obstante esto, hubo larga y porfiada disputa entre los hombres, sobre si el
ejercicio de la guerra se adelantaba más con las fuerzas del cuerpo o con el
vigor del ánimo, porque para cualquiera empresa se necesita de consejo;
resuelta una vez, de pronta ejecución. Y así el ánimo y el cuerpo, no
pudiendo obrar por sí solos, mutuamente se necesitan y socorren.
conjuracion de Catilina, La
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