El conocimiento del hombre me parece el
más útil y el menos adelantado de todos los
conocimientos humanos (3)
, y me atrevo a decir que la inscripción del
templo de Delfos contenía por sí sola un precepto
más importante y más difícil que todos
los gruesos volúmenes de los moralistas. Así,
considero el asunto de este DISCURSO (4) como
una de las cuestiones más interesantes que la
Filosofía pueda proponer a la meditación, y,
desgraciadamente para nosotros, como uno de
los problemas más espinosos que hayan de
resolver los filósofos; porque ¿cómo conocer el
origen de la desigualdad entre los hombres si
no se empieza por conocer a los hombres mismos?
¿Y cómo podrá llegar el hombre a verse
tal como lo ha formado la naturaleza, a través
de todos los cambios que la sucesión de los
tiempos y de las cosas ha debido producir en su
constitución original, y a distinguir lo que tiene
de su propio fondo de lo que las circunstancias
y sus progresos han cambiado o añadido a su
estado primitivo?
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