No obstante su empaque aventurero y picaresco, que le da el carácter de una novela de capa y espada, la historia de La monja alférez es una verdadera historia, en la que muchas veces nos comunica a la emoción terriblemente fuerte de la verdad.
Catalina de Erauso ha vivido, y su vida fue una vida exasperada, como dicen los españoles. El relato que escribió de su mano, más diestra en manejar la espada que la pluma, emocionó a sus contemporáneos. Graves historiadores hacen mención de esta mujer extraordinaria. Una primera y una segunda relación de sus aventuras y hazañas fueron publicadas, seguidamente, en 1625, en Madrid, por Bernardino de Guzmán, y por Simón Fajardo, en Sevilla2 y, a su vuelta a España, el discípulo predilecto del gran Lope, Juan Pérez de Montalván, compuso e hizo representar en la corte su comedia famosa de La monja alférez. Por último, en 1820, don José María Ferrer imprimió en París, en la casa Julio Didot, tomado de un manuscrito perteneciente al historiador Muñoz, el texto completo de la historia, acompañado de numerosas notas y reforzado con bastantes documentos justificativos: partida de bautismo, extracto de registros conventuales, testimonios, estados de servicios, informaciones, memoriales, certificados y decretos reales
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