La novela Fray Gerundio de Campazas es una originalísima amalgama de rasgos picarescos y cervantinos; y al aplicarse la filosofía sensualista observacional del siglo XVIII a la ideación del medio ambiente y la concepción de los personajes, surge en medio de los elementos novelísticos tradicionales un prototipo de los rasgos principales de la novela realista y naturalista del siglo XIX.
Los extravagantes floreos de la retórica del siglo XVII habían ya servido de blanco a los dardos de los mismos poetas barrocos, como por ejemplo Quevedo, Lope y Calderón; no obstante, su sátira se había mantenido entre los límites de la caricatura verbal. En su obra más famosa, el padre Isla concentra con sarcasmo las matices ridículos en la figura del predicador culterano. El mismo nombre del personaje evoca su afición a un lenguaje rotundo entreverado de gerundios ciceronianos. Como personaje, fray Gerundio es el don Quijote del púlpito, y la intención de la obra del padre Isla no es otra que ridiculizar la charlatanería culterana de la oratoria sagrada contemporánea, igual el Quijote había sido una burla de los disparatados libros de caballería
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