Cap 1  ¡Con cuánta frecuencia me han reprochado los compañeros de mis
aventuras, y más tarde los lectores de mis libros, el haber tratado con
excesivo miramiento y blandura a hombres malos que no nos mostraron
sino sentimientos hostiles y sólo daños nos acarrearon, una vez que los tales
cayeron en poder nuestro y tuvimos, por ende, en nuestras manos la
venganza! He sido lo bastante ecuánime para considerar, en cada caso
concreto, esos reproches aún por el lado desde el cual parecían justificados,
pero siempre hallé, y hallo hoy todavía, correcto mi proceder. Existe gran
diferencia entre la venganza y el castigo. Un hombre rencoroso no es un
hombre bueno; no sólo obra innoblemente sino probablemente, se adelanta,
sin derecho ninguno para ello, a la justicia divina y a la humana, y, dando
rienda suelta a su egoísmo y a su pasión, únicamente deja ver lo
despreciable de su flaqueza.