La rendición de Santiago, al margen de sus méritos literarios, no escasos, constituye mero pretexto para que al autor, directamente o utilizando en tal propósito a los personajes de la tramoya, exponga con demostrativos ejemplos una descarnada imagen de su tiempo, y sobre ella moralice entre burlas e ironías o execre sus vicios y formule doctrinas regeneradoras. En varias ocasiones, incluso, Silverio Lanza corta el hilo de la narración para hacerse escuchar del lector; los temas de estas disgresiones son diversos: la organización policíaca creada para servir los intereses de quienes manejan el poder político; sobre la enseñanza, la prensa y el ejército; acerca del anarquismo y otras doctrinas políticas; sobre la educación sexual, y también, desde luego, sobre el caciquismo