Todas las grandes tradiciones místicas de la humanidad coinciden unánimemente en una serie de enseñanzas que constituyen el núcleo de la llamada filosofía perenne. A saber: que existe un fundamento, divinidad, brahman o shunyata, que es el principio no manifiesto de todas las cosas. Este cimiento absoluto es simultáneamente trascendente e inmanente. Y lo que es más relevante: este fundamento divino puede conocerse, amarse y hasta
realizarse. Tal es el propósito de la existencia humana. Y eso es el tao que debe ser recorrido o el dharma que debe seguirse. Ocurreasí que cuanto más atrapados estamos en el deseo, el intelecto o el lenguaje —cuanto más identificados con el ego—, menos «divinidad» hay en nosotros. Por consiguiente, la vía del místico consiste en cultivar la humildad y el amor, desarrollar la conciencia y trascender la condición humana.
A partir de estas premisas, Huxley profundiza en diversos aspectos de «lo divino». Con la elegancia característica de su prosa, y con la lucidez propia de los verdaderos sabios, Huxley penetra en campos como la contemplación, el rezo, la noción de tiempo, la vía del Zen, la experiencia, la idolatría, el progreso, etcétera.
Sobre la divinidad es, indiscutiblemente, una de las más brillantes exposiciones de la filosofía perenne para el gran público. En sintonía con el pensamiento de Alan Watts, Huston Smith o Jiddu Krishnamurti, Sobre la divinidad resulta una obra indispensable para todos aquellos que, independizados de las iglesias organizadas, han decidido tomar el rumbo de su propia progresión espiritual abriéndose a la dimensión divina de la realidad.
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