A DON AGUSTÍN FIESCO, CABALLERO NOBILÍSIMO DE LA
REPÚBLICA DE GÉNOVA.
Para la dirección deste libro que a v. m. ofrezca, había yo elegido la persona
del señor Sinibaldo Fiesco, padre de v. m., en cuyas virtudes hoy vive tan
verdadero, que ellas son poderosas a restituir el robo de la muerte, haciendo
presente lo mismo que ella ausentó. Sus alabanzas pedían mejor pluma y más
dilatado tiempo. Mas ¿quién no las dice, quién no las pregona, si en todos los
estados, así en el superior como en el ínfimo, y en aquel que entre estos dos
extremos sirve de medio, dejó muchos reconocidos y obligados? Porque él,
grande en ánimo como en entendimiento, sabía en un tiempo satisfacer a todos
por particular privilegio del cielo, que esto ni lo consigue la industria ni lo da la
fortuna. Muchas razones me despertaron a este intento y entre ellas dos
fortísimas. La primera, la calidad de su virtud y sangre entrambas iguales, y tan
compañeras que se conformaban en la perfección, la una bien engrandecida e
ilustrada de las historias, y la otra no menos admirada de los que le conocimos.
La segunda, ser esta comedia en prosa a imitación de tantas como hoy corren en
Italia, por parecerme que nadie ampararía más bien esto que un caballero de la
misma nación, supuesto que en Castilla no tenemos más que una, que es La
Celestina, bien que ésta, aunque única, es de tanto valor que entre todos los
hombres doctos y graves, aunque sean los de más recatada virtud, se ha hecho
lugar, adquirien…….
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Categoría: | Alonso Jeronimo de Salas Barbadillo |
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